Por: Carlos Córdoba Cely
Usamos herramientas de inteligencia artificial diariamente. De manera consciente o inconsciente, todos hemos utilizado algún tipo de inteligencia artificial (IA) en nuestra vida diaria y por supuesto, nuestras actividades académicas. Por ejemplo cuando estamos escribiendo un mensaje de texto o un correo y la función de “autocompletar” nos sugiere cómo terminar de escribir la oración, así como cuando buscamos información a través de motores de búsqueda en Internet o usamos software de procesamiento de texto que sugiere correcciones gramaticales y cuando utilizamos herramientas de automatizadas de traducción, entre otros. Además, en la actualidad existen plataformas web y móviles que permiten acceder a herramientas de IA para generar textos y contenidos audiovisuales. Existen usos adecuados de dichas tecnologías que no solo pueden resultar útiles en la universidad sino también en el plano profesional. De hecho, hoy en día las IAs contribuyen de manera significativa en las Prácticas y Principios del diseño y los procesos creativos.
Sin embargo, las herramientas de IA no son idóneas para realizar cualquier tipo de actividad y determinados tipos de uso pueden ser contraproducentes para el proceso pedagógico e investigativo. Algunos usos de la IA pueden ser riesgosos tanto para los usuarios como para terceros. Además, como se explica en esta política de uso de IAs, es indispensable tener conciencia de las implicaciones éticas y de gobernanza de datos asociadas al uso de estas herramientas.